Un caballo turquesa

Una vez cuando yo era muy chica, mamá me preguntó por primera vez qué quería para mi cumpleaños. Yo fui directa y sencilla. No calculé la realidad ni el dinero ni las posibilidades ni los antecedentes. Le sonreí de oreja a oreja como si ella ya hubiera dicho que sí y le dije:
--Quiero un caballo turquesa.
Mamá sonrió y salió a buscarlo. Ella no sabía que yo quería un caballo turquesa que además, estuviera vivo. Un caballo turquesa. Sólo eso.

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