Reconocimiento

Asombro mío
de verdes y siembras
y principios.
Desde esta ventana
trágica, ciega,
y sin embargo, abierta, descubro
apenas las medidas del tiempo.
Mis manos,
puestas a la tierra frágil,
feroz
de las sequías;
altas hoy, solas.
Tan limpias.
Mis pies descalzos,
que hundían despacio
las huellas
congeladas del sol,
sobre mi barro blando;
ya no saben oler
las sombras en el pasto.
Apenas recuerdan, a veces,
como un cuenco de verano
y luces,
la cara del trigo
nuevo,
la canción de los pájaros.

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